05 / 08 / 2021

NUNCA DEJES DE SOÑAR

Quiero compartir con ustedes, una historia sobre la libertad y la capacidad de soñar.

En el año 2006, se inauguró el “Programa Liderazgo para la Transformación” que me permitió volver a recorrer nuestro Perú profundo y entrañable; tal como lo hiciera a finales de la década del 80 durante la campaña del Movimiento Libertad y del FREDEMO, acompañando a Mario Vargas Llosa. Pues bien, en uno de los primeros módulos que desarrollé sobre liderazgo y comunicación, en una hermosa región altoandina, una lideresa participante venía acompañada de la mano, por un niño de aproximadamente ocho o quizás nueve años. De inmediato me di cuenta que se trataba de una joven madre que quería participar y no había encontrado a alguien de su confianza que pudiera encargarse del cuidado de su menor hijo. Así que sentí que sería una buena oportunidad para todos, contar con la participación de ambos, durante las dos jornadas del taller de liderazgo de aquel otoñal fin de semana del año 2007.

Fue así que, cuando nos acercábamos a la parte final del segundo día del intenso taller, y luego de analizar un artículo de Mario Vargas Llosa denominado “No hay soda”, sobre la monumental gesta de superación y fabuloso emprendimiento de la familia Añaños; así como algunos de los notables y visionarios discursos de Gastón Acurio que significaron para nuestro país el inicio de una revolución gastronómica, y el desarrollo de marcas y nuevos conceptos que tanto han ayudado a posicionar al Perú como un coloso del arte culinario en el mundo; el niño que había estado presente durante las dos jornadas, prestando siempre mucha atención e intercambiando puntos de vista con enorme entusiasmo dentro del grupo en el que intervino su madre, se animó a pedir la palabra.

Por supuesto, me encantó que tuviera el atrevimiento, la audacia y la confianza para participar, así que no tuve reparo alguno en que pudiera intervenir. Sin embargo, me remeció con su sentida y sincera inquietud, transformada en una pregunta aguda y contundente; -la más estremecedora y emotiva que haya recibido a lo largo de todos mis años de facilitador y que no he podido olvidar-: “profesor, me puede explicar por favor, cómo un niño como yo, que vive con su madre, que, a la vez es también mi padre, podría tener la oportunidad de superarse, para salir de la pobreza, y poder darle todo lo que quisiera a mi mamá. Porque quisiera darle todo a mi mamita para que pueda ser feliz, para que no trabaje tanto; y, dejemos de ser pobres”. Al terminar su intervención, se me hizo un nudo en la garganta, y con los ojos humedecidos, con la convicción que nace de quien quiere compartir su más valiosa y motivadora reflexión, le dije con toda la fuerza de la que fui capaz “¡¡¡Nunca dejes de soñar!!!”. “¡¡¡Nunca dejes de soñar y de luchar por tus sueños!!!”. “Piensa en todo lo que necesitas hacer. Los pasos que debes dar. Dale la mayor importancia y tu máximo esfuerzo al estudio. Debe ser tu prioridad. Ten una visión y conviértela en tu sueño. Aprovecha los recursos que tienes a tu alrededor. Los que se ven; y, sobre todo, los que no se ven a primera vista. Conviértelos en oportunidades para ti. Allí tienes los ejemplos de la familia Añaños y de Gastón Acurio, que edificaron con sus visiones, emprendimientos revolucionarios y espectaculares. Plantéate preguntas, desesperadamente busca y encuentra las respuestas y soluciones; en especial, para los más difíciles problemas que existen a tu alrededor. Sí se puede. Organízate y persevera”. “Sueña. Sueña y actúa en consecuencia. Actúa y avanza”. Pero sobre todo “nunca dejes de soñar”. “Por favor, nunca dejes de soñar, Martín”. “Mientras haya libertad y exista democracia, podrás soñar”.

A mediados del año 2019, escuché la voz de un joven que me llamaba por mi nombre, profesor Felipe Leno, me di media vuelta, pero no pude reconocerlo. “Profesor Leno, está usted igualito”, “sólo que con algo de pancita y menos cabello”, me dijo con tono jovial y amable. “La buena vida y la poca vergüenza” le respondí con resignación. Al darse cuenta que no lo recordaba me dijo de inmediato “soy Martín, el niño que participó en el taller que usted desarrolló en el año 2007, porque mi mamá no tenía con quien dejarme. Ya terminé la universidad. Estudié ingeniería, y estoy por obtener mi título profesional”. “Sabe, desde esa vez, no he dejado de soñar”. “Con mi mamá nos dimos cuenta que las artesanías que hacíamos en nuestra tierra, las podíamos vender en Lima a un precio mayor. Luego nos pusimos de acuerdo con más artesanos para vender sus artesanías en Lima, y, nos fue muy bien. Tanto que nos mudamos a Lima”. “Con mi mamita, jamás hemos dejado de soñar y de luchar por nuestros sueños para seguir avanzando. Cuando tenga mi título me iré a estudiar una maestría en el extranjero”. Después de conversar por unos minutos más, nos dimos un gran y efusivo abrazo que pareció eterno, para luego despedirnos. Al darme media vuelta, no pude evitar continuar mi camino emocionado y una vez más, con los ojos humedecidos sentirme feliz por los maravillosos logros de Martín.

Aunque es verdad que en el Perú existen muchísimas dificultades; también es cierto que cuando se vive en libertad y en democracia, siempre es posible soñar, y luchar por alcanzar y hacer realidad nuestros sueños. El espíritu que ha impulsado el progreso de la humanidad ha estado cimentado en nuestra capacidad de crear y de imaginar, a fin de seguir avanzando, hasta lograr que lo imposible sea posible. Sin libertad, la capacidad de soñar y de crear, tanto como de luchar por hacer realidad nuestros sueños -por lo general- se desvanece. Como se desvanece también la esperanza que alimenta nuestros sueños.

Sigo creyendo, que la libertad y la democracia, son las grandes fábricas que generan e impulsan nuestros sueños más maravillosos; tanto como nuestras mayores esperanzas. Son como las fuentes inspiradoras que nos motivan a soñar y a luchar por lo que parece inalcanzable, hasta lograrlo. Al recordar esta experiencia que me conmueve profundamente, tal como si la volviera a vivir; una vez más me doy cuenta que siempre existen historias llenas de esperanza -como las de Martín- que están allí con su poderosa luz, para quienes deseemos abrazarlas, motivarnos y emularlas; siempre que, por supuesto, exista libertad.

A estas alturas de una historia que resulta tan sensible para mí, no es necesario decir mucho más. Me queda tan clara como ayer, la misma fervorosa convicción que compartí con Martín, “¡¡¡Nunca dejes de soñar!!!”. “¡¡¡Por favor, nunca dejes de soñar en libertad!!!”.

Categoría: Liderazgo

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Felipe Javier Leno Montero

Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con gran experiencia en gestión pública y privada. Facilitador y consultor en temas de liderazgo y coaching. Coach (International Leader Coach Certification) por la Professional Coaching Alliance – PCA, con número de Registro 10510.